La lectura inicia con el ejemplo del fotógrafo Chien Chi-Chang que a pesar de mantener un perfil de fotógrafo de prensa, documentalista o reportero, se enlista en las filas de fotógrafos de arte.
El conflicto surge a partir de los prejuicios que existen en la relación entre fotografía documental y fotografía de arte. Incluso el trabajo realizado por Chi-Chang es un punto de partida para debilitar dichos prejuicios.
El tratamiento de espectacular resulta atractivo para el campo del arte pero no para lo documental pues la combinación entre lo estético y lo real, tiende a la especulación y la duda. Ante dicha duda como punto central se cita la originalidad que ha sido históricamente una de las claves de legitimación de lo artístico, además que asume una configuracíón ético/moral.
El verdadero problema existe en la calidad de la persuasión de la imágen, una fotografía de arte debe tener técnica marcar lo que se intenta decir pero, si en una fotografía de prensa se mantiene esta perfección la persuasión no sería la misma pues se dudaría del origen circuntancial de esta.
La verdad de una obra de arte se mueve entre dos polos: su coherencia como sistema, y en gran medida su autosuficiencia, y su contenido espiritual. La interpretación es un acto que politiza el objeto artístico, y que le impide existir como objeto autosuficiente.
Todo tipo de fotografía ya sea informativa, artística o científica, entre otras, son sometidas al deseo colectivo de encontrar congruencia entre lo representado y lo conocido, ser identificados por su trabajo es una de las satisfacciones mas grandes dentro del ámbito periodistico.
Dentro del texto se cita el libro "Hacia una filosofía de la fotografía", de Vilém Flusser donde relaciona al fotógrafo y medio como un "programa" (refiriendose al aparato fotográfico y el código que instrumenta) y "operador" o "funcionario" (referido al fotógrafo).
"Contexto de aparatos" se refiere al universo de medios en que se mueven los sujetos actualmente. Una de las consecuencias de vivir en ese contexto es enfrentarse a la estandarización de lo estético, de lo moral y de lo político al que nos vemos sometidos. De esta manera el fotógrafo mantiene una relación tensa con el medio en que trabaja y por otro lado el estándar ideológico que le marca su exterior.
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